El voto perdido
En Francia dicen que en la primera vuelta se vota con el corazón mientras que en la segunda con la cabeza. Habiendo importado el sistema galo de la segunda ronda electoral, también parece que nos hemos copiado el romanticismo en la primera votación y el pragmatismo en la definitiva, como quedó demostrado en la última elección.
Sin embargo, en esta ocasión, ante la dispersión del electorado moderado entre varios candidatos, corremos el riesgo de terminar en la segunda ronda con el aspirante bolivariano si seguimos con esa tradición.
En realidad, es muy posible que en la primera vuelta cuatro candidatos logren, cada uno, un voto bordeando el veinte por ciento del apoyo ciudadano. Estando a solo dos semanas de la votación, no parece probable que se puedan dar grandes variaciones en esa proyección. Con lo cual, estaríamos enfrentando un escenario de un cuasi empate entre varios, por lo que habrá una férrea pelea, voto a voto, por los personeros en mesa para tratar de llegar a la segunda vuelta.
En esas circunstancias, cada voto es indispensable y parecía un despropósito que, existiendo más de 70% de apoyo para los moderados, terminemos en la segunda vuelta con el 17% del bolivariano. En ese sentido, es fundamental que el caudal de los que piensan de manera similar sea mejor utilizado para asegurar que sean dos de ellos quienes se enfrenten en la segunda elección.
Por otro lado, es importante recordar que la segunda vuelta es una carrera de solo dos caballos, la cual parte de cero, y es totalmente nueva, por tanto las simpatías que ahora reportan los sondeos por los candidatos, en diversos escenarios de segunda vuelta, son solo una referencia y hay siempre una alta probabilidad de una sorpresa. Especialmente en un país con una creciente tendencia a que audios y videos cambien la opinión del electorado.
Por ello, nos parece altamente irresponsable que el campo de Toledo y los medios que manejan estén abiertamente promoviendo la candidatura del antisistema. La lógica que tienen de que el expresidente de todas maneras le gana a Humala y por eso hay que promoverlo, es poner en riesgo todo lo avanzado los últimos 20 años por un afán desmedido de regresar a la casa de Pizarro. Más aun, esa ansiedad por volver es alarmante y abre la interrogante de cuál es la verdadera intención que persiguen ante esa obsesiva búsqueda de poder.
Por otro lado, lo que sí está claro es que la participación de Castañeda continúa inexorablemente declinando. No existiendo ninguna propuesta ideológica o dogmática que el exalcalde esté propugnando, incluso su campaña está basada únicamente en su supuesta capacidad gerencial, uno se pregunta qué sentido tendría que el 10% del electorado que es hacia donde parece que se dirige su apoyo termine siendo un voto perdido, desperdiciado. Mientras que, al mismo tiempo, Humala podría terminar colándose por los palos, por un margen de, por ejemplo, 0.1%, que es justamente la diferencia que lo coloca hoy en la segunda posición en los sondeos de opinión.
Más aun, siendo buena parte del electorado moderado, urbano y educado, tendrían toda la capacidad de efectuar un voto cruzado eligiendo una lista para el Congreso y a un candidato presidencial de otra agrupación, pero que sí tenga posibilidad de evitar que pase el bolivariano.
En todo caso, nunca en nuestra historia hemos tenido tan reñida elección, por lo que el peruano a diferencia del francés tendrá que votar con la cabeza desde la primera votación.
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